Extraído de HIJOS DE LA MENTE de Orson Scott Card.
Hoy las nubes volaron por el cielo perseguidas por el sol, y sin embargo no ha caído lluvia alguna. Hoy mi barca voló sobre el mar guiada por el sol, y sin embargo no había ningún fuego cuando tocamos la costa. Así fuel el primer día de todos los días, duando Dios tocó una nube del cielo y la hizo girar tan rápido que se prendíó fuego y se convirtió en el sol, y entonces todas las otras nubes empezaron a girar y a trazar círulos alrededor del sol.
Entonces las nubes exteriores se conviertireron en lluvia y descargaron unas sobre otras hasta que se agoraron, y lo único que quedó fueron bolas de agua girando. Dentro del agua nadaba un gran pez de fuego, que se comio todas las impurezas del agua y luego las defecó en grandes llamaradas, que se alzaron del mar y cayeron como ceniza caliente y en forma de ríos de roca ardiente. De las huestes de peces de fuego crecieron las islas del mar, y de sus cadáveres surgieron gusanos que se arrastraron y rebulleron sobre la roca hasta que los dioses los tocaron y algunos se convirtieron en seres humanos y otros se convirtieron en los demás animales.
Cada uno de esos animales estaba unido a la tierra por fuertes lianas que crecían para abrazarlos. Nadie veía esas lianas porque eresn lianas divinas.
Sólo los humanos no estaban conectados a la tierra. No había lianas que los unieran, sino una tela de luz tejida por ningún dios que los conectaba hacia arriba, hacia el sol. Por eso todos los otros animales se inclinaban ante los humanos, pues las lianas los retenían, mientras que la tela de luz alzaba los ojos y corazones humanos.
Durante todos estos siglos, generaciones de hombres y mujeres esperanzados miraron con sus ojos medio ciegos, contemplaron el sol y el cielo, contemplaron las estrellas y las sombras, sabiendo que había cosas invisibles más allá de aquellos muros pero sin imaginar en qué consistían.
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